El pasado mes de septiembre Samsung tomó la decisión de reemplazar todos los Galaxy Note 7 con baterías defectuosas que se incendiaban sin motivo aparente. Pero el problema continuó con los modelos reemplazados y ahora la compañía ha tenido que tomar la dura decisión de detener la producción a nivel mundial.
Después de que las dos principales operadoras de telefonía de Estados Unidos, AT&T y T-Mobile, decidieran cancelar la disponibilidad del terminal para todos sus clientes, a Samsung no lo ha quedado otra alternativa que detener la producción del terminal a nivel global.
Imagen de un Galaxy Note 7 quemado
De este modo, el Galaxy Note 7, el smartphone que debería haber sido uno de los mejores Androids actuales, habrá causado unas pérdidas estimadas para la compañía de 5.000 millones de dólares. Pero Samsung puede resistir esta crisis porque que es una compañía fuerte, cuyos beneficios del último trimestre alcanzaron los 7.000 millones de dólares y cuyas ventas de teléfonos llegaron a los 76 millones de unidades en el segundo trimestre de este mismo año.
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